La Terapia del Eje Central

En este artículo comparto la esencia de la Terapia del Eje Central: un camino hacia el reencuentro con nuestro propio Centro, donde cuerpo, mente, emociones y espíritu se alinean para recuperar el equilibrio y la claridad interior.

Rafa Castelló

11/13/20252 min read

Todos tenemos un Centro. Tal vez es un lugar en el que no recordamos haber estado conscientemente, pero que en el momento en que entramos y lo habitamos, lo reconocemos como algo profundamente nuestro. En ese reconocimiento surge una sensación de pertenencia y equilibrio que tiene un enorme valor vital.

Mi trayectoria personal y profesional siempre ha estado marcada por una búsqueda: encontrar caminos, teorías y prácticas terapéuticas que puedan abarcar la complejidad del ser humano y, al mismo tiempo, ofrecer un lenguaje comprensible y cercano. He querido que cada método que aprendo y practico sirva para acompañar el sufrimiento y facilitar el proceso de integración y crecimiento de las personas.
Esa búsqueda, que se extiende a lo largo de más de cuatro décadas de experiencia, ha ido tejiendo el cuerpo de lo que hoy llamo Terapia del Eje Central.

La integración de distintos enfoques

De todos los métodos que he aprendido y explorado en estos años, hay algunos que considero esenciales. Sin embargo, la aportación más reciente —y la que engloba y da sentido a todas las demás— es el Método Yuen, desarrollado por Kam Yuen.
Este enfoque energético propone abordar al ser humano de una forma integral, contemplando sus diferentes dimensiones o cuerpos:

  • El cuerpo físico, que incluye desde las estructuras musculares y biológicas hasta los niveles más sutiles de la célula, la molécula o las partículas cuánticas. En este sentido, encuentro afinidad con el método Mézières, que pone atención en la postura, la estructura y la armonía del cuerpo.

  • El cuerpo mental, relacionado con los procesos de pensamiento, que pueden fortalecer o debilitar nuestros sistemas internos.

  • El cuerpo emocional, donde las emociones, tanto positivas como negativas, pueden generar reacciones intensas y modificar nuestra fisiología.

  • El cuerpo psicológico, que integra los procesos mentales y emocionales, tanto conscientes como subconscientes, desde el momento de la concepción hasta el presente.

  • El cuerpo psíquico, asociado a los procesos intuitivos, extrasensoriales y a los diálogos no expresados con personas de nuestro pasado o presente.

  • El cuerpo espiritual, entendido como la fuerza vital que sostiene la existencia y que se manifiesta en el grado de conexión con nuestra esencia y con lo universal. Aquí cobran importancia la epigenética conductual y las influencias transgeneracionales, en sintonía con los planteamientos de Bert Hellinger y los Órdenes del Amor.

La Línea Media y el Eje Central

La unión y equilibrio de estos siete cuerpos pueden lograrse a través de lo que Yuen denomina la Línea Media, una corriente energética que recorre de forma paralela la columna vertebral.
En mi experiencia, esta Línea Media constituye el Eje Central del cuerpo, el canal que nos conecta con nuestro Centro interno.
Aprender a habitar ese Centro —a volver a él conscientemente— nos permite recuperar la estabilidad, la coherencia y la claridad desde las cuales la vida puede desplegarse con más plenitud.

“El Centro no es un lugar donde vivir, es un lugar al que volver.”

Esta frase resume la esencia de la Terapia del Eje Central: un camino hacia la reconexión profunda con uno mismo, donde el cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu encuentran un punto de encuentro y equilibrio.

Desde ese espacio interior, todo se ordena, se aligera y se vuelve más comprensible.
El trabajo terapéutico, entonces, no consiste en añadir más, sino en volver al Centro para recordar quiénes somos cuando todo está en su lugar.